Las esperanzas de los niños se detienen, el corazón de los ayudantes se rompe

 TAPACHULA, MÉXICO (1 de enero de 2015) – Nota del editor: Desde el comienzo del año 2014, unos 70.000 niños menores de edad, la mayoría de ellos procedentes de Honduras y El Salvador, huyeron hacia los Estados Unidos para escapar de la extrema violencia y pobreza en sus países de origen. Sólo en el mes de junio, 10.622 niños fueron detenidos a lo largo del Río Grande.

Desde entonces, el número de niños se ha reducido al mínimo de cientos por mes, y la cobertura de los medios de comunicación también se ha reducido aunque casi a nada. Pero muchos de los que ya llegaron aún están en espera de las audiencias para determinar si serán deportados, y si las condiciones que llevaron al éxodo permanecerán.0101 itzel

En las últimas semanas, el Servicio de Noticias del Pacto habló con tres mujeres cuya atención han permanecido enfocadas en este tema. Itzel Yared Morales Gutiérrez está trabajando con los niños detenidos por las autoridades en la frontera de Honduras y de México; Margarita Monsalve, pastor de la iglesia Navegando con Cristo en Torrance, California, continúa trabajando con los niños y las familias; y Shelley Kurth se está preparando para ayudar a los niños que han sido trasladados por la Patrulla Fronteriza en el área de Grand Rapids, en Michigan.

Itzel Yared Morales Gutiérrez trabaja en esta ciudad mexicana, cerca de la frontera con Guatemala donde el viaje de menores a menudo termina. Estos menores son detenidos por las autoridades mexicanas, o son esclavizados por las pandillas y traficantes.

“Es lo más increíble trabajar con ellos pero es una población que requiere de muchas cosas y de atención integral”, escribe en uno de varios correos electrónicos traducidos. También puede ser emocionalmente agotador y desalentador, sin embargo, es algo a lo que Gutiérrez siente que ha sido llamada.

Gutiérrez asiste a la Iglesia Evangélica Misionera del Pacto en su ciudad natal de Zaachila, Oaxaca, cuando está en casa. (También es la sobrina de los misioneros del Pacto Chuck y Saraí Pérez, quienes ministraron en Oaxaca, México, y ahora viven en California).

Obtuvo una licenciatura en relaciones internacionales en una universidad de Oaxaca y luego trabajó con Save the Children antes de salir de la NGO para trabajar con una organización del gobierno mexicano, que busca ayudar a las personas que solicitan la condición de refugiado, los ya declarados refugiados o personas que el gobierno mexicano cree que necesitan protección adicional.

No hay congregación del Pacto en la zona donde está trabajando, así que ella asiste a una congregación bautista y ayudó a lanzar un ministerio para los niños menores de edad. Hasta el momento, cerca de 10 personas forman parte del ministerio y las iglesias del Pacto en otras partes de México están buscando maneras de ayudar.

El gobierno ha intensificado enormemente su vigilancia en la frontera, por insistencia de los Estados Unidos, que querían detener la marea de los niños menores de edad que llegan a sus fronteras. Gutiérrez cree que es hipócrita del gobierno mexicano en esperar que los Estados Unidos acepten más migrantes mientras ellos no hacen lo mismo.

Ella ha trabajado con gente de El Salvador, Honduras, Guatemala, Colombia, los nicaragüenses, e incluso árabes y africanos, dice ella. “Ellos están motivados para salir por la violencia en sus países o porque huyen de ser reclutados por las pandillas, o lo han sido en las pandillas y quieren salir”, Gutiérrez escribe en uno de varios correos electrónicos traducidos. “Ellos buscan una vida mejor o se unen a sus familias que ya están en los Estados Unidos.”

Muchos de los niños, algunos de tan sólo 10 años de edad ya son adictos a las drogas, no tienen familia, y se han visto obligados a ejercer la prostitución. “Esto me ha hecho sentir miserable cuando me quejo de la vida que tuve en mi infancia.”

Los niños se embarcan en un viaje peligroso en su intento de llegar a su propia especie de tierra prometida. Pero a menudo son presa y forzados al trabajo y la prostitución.

Gutiérrez dice que amigos han tratado de ayudar a un niño y es muy típico. Unos amigos estaban saliendo de un baile cuando vieron a un niño trabajando como vendedor en una esquina. Los compañeros se dieron cuenta que tenía una sangre en la nariz y se detuvieron para preguntarle si podían llevarlo al hospital o a la Cruz Roja. El muchacho dijo que no necesitaba ayuda.

“Luego otro chico que también era un vendedor ambulante llegó allí y golpeó al niño en la nariz y le gritó que el niño era suyo como si fuera su propiedad”, dice Gutiérrez. Ella dice que hacer que los niños se vayan a la calle por su seguridad puede ser difícil porque tienen tanto miedo o les han lavado el cerebro por los que los han esclavizado.

Gutiérrez dice que está agradecida por el apoyo emocional que le dieron los misioneros del Pacto Nils y Erika Clauson, que sirven en Oaxaca. Los éxitos que ha tenido, así como su llamado le inspiran a seguir en el trabajo, añade.

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